Tiziano Vecellio (1477-1576)

TIZIANO VECELLIO (1477-1576) PINTURA RENACENTISTA ITALIANA ESCUELA VENECIANA

Figura principal de la escuela veneciana del siglo XVI y configurador de su tradición colorística y pictórica, Tiziano, cuyo nombre completo era Tiziano Vecellio, nació en Pieve di Cadore, al norte de Venecia, entre 1488 y 1490.

Hijo de Gregorio Vecellio y el segundo de cinco hermanos de una de las familias más importantes de Pieve. A los nueve años es enviado con su hermano Francesco a Venecia; ambos entran en el taller del mosaísta Sebastiano Zuccato. Pasa después al taller de los Bellini y, por último, al de Giorgione, que en la Venecia de aquel tiempo era el pintor que ofrecía mayores novedades y un estilo diferente, y que en realidad es su maestro. La primera intervención conocida de Tiziano se produce precisamente ayudando a Giorgione en los frescos del Fondaco deI Tedeschi, en 1508.

Etapa juvenil. La epidemia de peste de 1510 obliga a Tiziano a abandonar Venecia y pasar a Padua, donde trabaja en la decoración de la Scuola de S. Antonio con la representación de tres milagros del santo. En estas obras, a pesar de la juventud del artista, aparecen los rasgos definitorios de su pintura: gusto por el color, habilidad compositiva, y figuras ampulosas y serenas. En 1513 rehúsa la invitación de Pietro Bembo para pasar a Roma y prefiere ofrecer sus servicios a la República, que le encarga una Batalla para la Sala del Consejo Mayor. La muerte de Giorgione en 1510 había dejado dueño del ambiente pictórico veneciano a Tiziano, que abre su propio taller.

La primera etapa de la numerosa obra de Tiziano está marcada por la tradición de Giorgione, como se ve en la Alegoría de las tres edades de la vida (1513; Edimburgo), donde en un paisaje típicamente giorgionesco se destacan las figuras con una mayor monumentalidad y donde los colores fríos de Giorgione desaparecen en favor de una gama cromática más cálida. Con ocasión de las bodas de Nicolo Aurelio y Laura Bagarato ejecuta la discutida alegoría, mezcla de elementos paganos y cristianos, El amor sacro y el amor profano (1515; Galería Borghese, Roma), es una de sus obras maestras.

Temas mitológicos y retratos. En 1516 inicia sus contactos con la corte de Ferrara, cuyo duque, Alfonso I de Este, le encarga varios cuadros de tema mitológico y pagano, que Tiziano llamaba «poesías», para decorar su gabinete de alabastro en el castillo de Ferrara. La Bacanal es, según Lafuente Ferrari, «una antología definitiva del Renacimiento». Obra de hábil ritmo compositivo, como se aprecia en el contraste entre las ebrias figuras de los danzantes y el espléndido desnudo de la mujer del primer plano. Esta obra sirve de pretexto a Tiziano para desarrollar su concepto del desnudo de belleza armoniosa, pagana y sensual, y su gran talento para jugar con las luces y las sombras.

El Triunfo de Baco (1522-23; Londres) pertenece también a esta serie. Aquí el pintor se inspira en Catulo y Ovidio, y evidencia su profunda cultura clásica. El movimiento de las figuras cobra una vitalidad pagana y anticipa un cierto espíritu barroco.

Una parte importante de la actividad de Tiziano en el primer cuarto del s. XVI la constituye su obra como retratista. Los retratos se mantienen fieles a un esquema formal: figuras individualizadas, seguridad en el retratado de su posición social e indagación psicológica. Sigue en un principio las directrices de Giorgione y luego busca su propio camino. Así, el retrato de Vicenzo Mosti (1520; Pitti), los de los dogos Grimani y Gritti (1523; Palacio Ducal, Venecia) y el de Federico Gonzaga (1525; Prado), cuyo rostro de noble y serena expresión destaca entre las bellas tonalidades azules del suntuoso traje.

En 1525 contrae matrimonio con Cecilia, con la que mantenía relaciones amorosas desde tiempo atrás y que ya le había dado dos hijos.

1530 es un año decisivo en su vida y su obra, ya que entonces conoce al emperador Carlos V en Bolonia, con motivo de su coronación imperial por el Papa Clemente VII. Carlos V se convierte en el gran mecenas del pintor véneto, quien a su vez es el retratista áulico del poderoso monarca, que le concede los títulos de conde palatino y caballero de la espuela de oro. Los retratos que Tiziano realiza en ese periodo responden a una nueva exigencia motivada por el rango de los modelos. Al realismo objetivo y sin concesiones del pintor se une ahora una idealización heroica. Pertenecen a este grupo el de Carlos V con su perro (1532; Prado), de preciosas entonaciones oro y plata; y el del Cardenal Ippolito de Medici (1532; Pitti), de arrogante presencia y expresión desafiante.

Etapa manierista. En 1532 comienza sus relaciones con el duque de Urbino, para el que realiza la Magdalena penitente (1533; Pitti), de cálidas tonalidades rojizas, en un paisaje patético y tormentoso. También pinta entonces la famosa Venus de Urbino (1538; Uffizi) una de sus obras más emblemáticas, de influencia giorgionesca, en la que plasma la belleza del cuerpo femenino con gran placidez y calma y que será punto de partida de otras venus posteriores y modelo para otros pintores como Velázquez y Goya. Empieza por entonces la etapa «manierista» de Tiziano, que ya se había manifestado anteriormente en algunos detalles del políptico de Brescia. Hasta 1550, se mueve en un mundo distinto, donde las formas se hacen más musculosas, los movimientos serpenteantes, las composiciones confusas y los contrastes muy fuertes. Así, La presentación de María al templo (1534-38; Academia, Venecia), de composición fatigosa y abundancia de elementos arquitectónicos, y la Alocución de Alfonso de Ávalos, marqués del Vasto (1540-41; Prado), que se inspira en la Alocución de Constantino de Giulio Romano en el Vaticano, con figuras retorcidas y abundancia de personajes. Es, sin embargo, La coronación de espinas (1542-44; Louvre) el cuadro que mejor define al Tiziano manierista, por el modo de resaltar los elementos plásticos y formales.

En el retrato, Tiziano se deja influir menos por la corriente manierista. Los retratos de esa época son más perfectos, con una perfección que viene dada por la unidad de visión entre figura y ambiente. Los personajes se muestran con evidente presencia física y espiritual y con clara expresión de su carácter. Así, la gravedad de D. Diego de Mendoza, embajador de Carlos V en Venecia (1540-45; Pitti), o la contenida astucia de Paulo III (1545-46; Nápoles).

De Roma a Augsburgo. La poderosa familia de los Farnesio logra que acepte una invitación para trasladarse a Roma, adonde llega en 1545. Tiziano es objeto de un cálido recibimiento por parte de los cardenales Bembo y Farnesio. En Roma, entra en contacto directo con el arte clásico, a través de las ruinas de la ciudad, y trabaja sin descanso. Pero, a pesar de las atenciones de los cardenales y de estar alojado en el Vaticano, no se encuentra a gusto, a causa de las intrigas de los artistas, y decide regresar a Venecia. En junio de 1546 abandona Roma para, a través de Florencia, llegar a su ciudad. De esta etapa romana es la Danae (1545-46; Nápoles), primera de una serie sobre este mismo tema encargada por el cardenal Octavio Farnesio. Sin embargo, la obra maestra de su breve estancia en Roma es el retrato de Paulo III con sus sobrinos Alejandro y Octavio Farnesio (1546; Nápoles).

En 1547 pasa a Augsburgo llamado por Carlos V. En esta ciudad alemana abre un activo taller para atender los encargos que le solicitaban los personajes que se habían reunido en Augsburgo con motivo de la Dieta del Sacro Imperio. De esa época data una de sus obras maestras como retratista: Carlos V en la batalla de Mühlberg (1548; Prado), de extrema sobriedad y sencillez, carente de énfasis y de retórica en favor de un acusado interés psicológico y expresivo. De igual calidad es el de Carlos V sedente (1548; Munich), magnífico de expresión y colorido, donde la materia pictórica parece disolverse perdiendo su consistencia. El retrato de Isabel de Portugal (1548; Prado) realizado cuando ya la Emperatriz había muerto, tomando como modelo un original flamenco, destaca por las tonalidades carmín de la lujosa vestimenta, la serenidad del modelo y el melancólico paisaje.

En octubre de 1548, está nuevamente en Venecia, pasando en diciembre de ese mismo año a Milán para retratar el príncipe Felipe, hijo del Emperador (el futuro Felipe II). En 1550, Carlos V le llama de nuevo a Augsburgo para que realice otro retrato de Felipe (1551; Prado), con objeto de enviarlo a María Tudor, reina de Inglaterra, futura esposa del príncipe. T. representa a Felipe II, que entonces contaba 24 años, con rica y adornada armadura en un hábil juego cromático y de luces y sombras. También de 1550 datan las dos versiones de Venus y el amor y Venus y la música (Prado), tema muy del gusto de Tiziano y donde el pintor da una perfecta interpretación de su ideal del desnudo femenino, al que envuelve en un colorido encendido y sensualmente preciosista.

Al igual que Carlos V, Felipe II gusta del arte del pintor véneto y le encarga obras de tema religioso y profano. De 1552 son: S. Margarita (El Escorial), donde los rasgos manieristas están acentuados por la densa estructura cromática; y S. Jerónimo (Milán), magnífico por el vigor de la representación y del color. Dentro de las obras mitológicas de tema pagano, pinta en 1553-54 Venus y Adonis y Danae (Prado). La primera está inspirada en Las metamorfosis de Ovidio y con ella alcanza su madurez en la representación del desnudo femenino. La Danae, con su factura rápida, sus contornos borrosos y su luz dorada y difusa, es la culminación de Tiziano. El contraste entre el bello cuerpo de mujer desnuda y la rústica vieja en la penumbra muestra la gran habilidad del artista para jugar con las luces y las sombras.

Último periodo. A partir de ese momento, la pintura de Tiziano pierde poco a poco materialidad para ganar en expresión cromática, como en El rapto de Europa (1559; Museo Gardner, Boston), Diana y Acteón y Diana y Calixto (1559; Galería Nacional, Edimburgo), donde su paleta abandona los detalles formales para indagar el proceso desmaterializador de la luz y del color. La muerte de su esposa y la de su íntimo amigo Pietro Aretino (1556) le dejan en una angustiosa soledad, que se refleja en las obras de su último periodo como en El entierro de Cristo (1566; Prado), de cálido colorido y técnica abocetada, y en La coronación de espinas (1570; Munich), donde abandona definitivamente los esquemas renacentistas por una atmósfera desolada y trágica, de extraordinaria fuerza expresiva. Su último Autorretrato (1567; Prado), de mirada fija y penetrante y «riqueza de color sin colores» (Lafuente Ferrari), y el retrato del anticuario Jacopo Strade (1567-88; Viena) anticipan esquemas y técnica de otro gran maestro: Rembrandt.

El fervor religioso de Tiziano se manifiesta en cuadros tan importantes como El martirio de S. Lorenzo (1554-67; El Escorial), obra ya decididamente barroca por la agitación de los personajes y los efectos del claroscuro.

Su última obra fue la Piedad (1570-76; Academia de Venecia), realizada para la capilla de la Crucifixión en la iglesia de Sta. María Gloriosa dei Frari, donde Tiziano quería ser, y fue, sepultado. En ella da el último gran mensaje de su arte, de su gran seguridad como pintor y una visión noble y grandiosa dentro de una atmósfera cromática, que llega casi a los límites de lo informal. La obra queda interrumpida por la muerte del artista (Venecia, 27 agosto 1576), víctima de la peste, y es terminada por Palma el Joven.